
No hay mal que por bien no venga: teletrabajo
Aumento en la productividad y reducción de costos son dos de sus ventajas. Cómo sacarle provecho a esta tendencia que contempla la ley y actualmente están experimentando miles de trabajadores.
En 2018 la firma tecnológica Citrix pronosticaba que en dos años el 80% de las actividades laborales se realizarían de forma remota. Llegamos a 2020 y ante la pandemia por el Covid-19 el teletrabajo, regulado en México desde junio de 2019, se convirtió en una realidad, no obstante que según algunos datos indicaban que en México solo 2 de cada 10 empresas estaban preparadas para aplicarlo.
Aún no se han medido los resultados en productividad de la aplicación urgente del teletrabajo, cifra que Microsoft estimaba antes de la pandemia hasta en 30% y el informe de 2019 “Is It Time to Let Employees Work from Anywhere?” publicado en la revista Harvard Business Review, en una mejoría en la productividad del 4.4% al 13.5% para los empleados que se quedan en casa.

En Estados Unidos el número de empleados regulares que trabaja desde casa ha aumentado 173% desde el 2005, y ahora se ubica en 4.7 millones, lo que representa 3.4% de la fuerza laboral; en la Unión Europea es el 5% a partir del 2017. En América Latina antes del coronavirus, Brasil era el país con más empleados trabajando desde sus casas, con 12 millones, seguido de México con 2.6 millones, Argentina con 2 millones y Chile con 500 mil.
En un hecho que el teletrabajo no es adecuado en toda circunstancia o para todo tipo de puestos. No obstante, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que si se practica correctamente puede aportar grandes beneficios. Jon Messenger, experto en organización del tiempo de trabajo de la OIT, considera cinco factores para obtener lo mejor de esta modalidad, ya sea en tiempos de aislamiento o en la normalidad: Respaldo de los directivos; contar con las herramientas y formación apropiadas; plantear las expectativas; contar con una estrategia personal para gestionar eficazmente la frontera entre el trabajo remunerado y la vida personal; y demostrar confianza de los directivos hacia los empleados y viceversa.
El interés en el trabajo remoto no carece de mérito y se pueden ver las ventajas desde dos perspectivas. Un estudio de la Universidad de Stanford aplicado a 250 personas en 2017 demostró que trabajar desde casa aumentó la productividad de los empleados 13.5%, redujo los días de enfermedad y mejoró la satisfacción laboral; además, permite contratar a los mejores talentos sin límites geográficos y evitar gastos asociados con la infraestructura de oficinas y suministros.
Desde la perspectiva de los empleados, las ventajas incluyen menos tiempo y dinero para desplazarse y un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal. El estudio “Valuing Alternative Work Arrangements” publicado en 2017, señala que los trabajadores estaban dispuestos a aceptar un sueldo 8% más bajo a cambio de la opción de trabajar desde su casa, pues les parece más cómodo y lo prefieren, por lo que la disminución del ingreso económico se compensa con el llamado salario emocional.
Pero no todos los puestos de trabajo pueden aplicar a la modalidad de teletrabajar. Los estudios recomiendan observar la personalidad de los trabajadores pues influye en su productividad desde casa: algunos pueden ser muy responsables y organizados y el trabajo remoto se adopta a ellos, mientras que otros son más dispersos y necesitan del incentivo de estar rodeados de sus compañeros y jefes para rendir al máximo, por ello el líder del equipo debe evaluar la pertinencia del trabajo remoto para cada uno de sus empleados.
El hecho de que en medio de la crisis mundial del coronavirus más personas estén laborando desde casa, sentará bases para el futuro del trabajo. Después del experimento forzoso los directivos y dueños de empresas deben hacer una evaluación cualitativa del trabajo en casa ya que podría convertirse en una herramienta muy valiosa para las organizaciones y los empleados.